La fórmula del Kuomintang: ex-PDP para vencer al PDP, por Xulio Ríos

En las elecciones a la presidencia del Kuomintang (KMT) celebradas el 18 de octubre, Cheng Li-wun, resultó elegida con el 50,1% de los votos emitidos. Es la segunda mujer presidenta del partido, después de Hung Hsiu-chu, quien se desempeñó entre 2016 y 2017. La participación fue inferior al 40 por ciento de los 331.145 miembros elegibles del partido, según el KMT.

La ex legisladora Cheng derrotó contundentemente a otros cinco candidatos, incluido su principal competidor, el alcalde de Taipéi en dos mandatos, Hau Lung-bin, quien partía como favorito al contar con el apoyo de importantes pesos pesados y facciones internas. Un comentario de Hau de que no sería un “lamebotas del Partido Comunista Chino” lo convirtió en un candidato que Beijing no querría ver como presidente del KMT. Hau denunció la interferencia de Beijing en el proceso. Aun así, podría decirse con rotundidad que ninguno de los seis contendientes se alineaba con las expectativas estadounidenses, hoy muy nucleadas en torno al gobernante Partido Democrático Progresista (PDP). 

A sus 55 años, más joven que la mayoría de los “hombres fuertes” del KMT, a Cheng se la considera, en general, una buena sucesora de los anteriores líderes del partido. El nacionalismo pan-chino que representa el KMT necesita una renovación. Según algunos, Cheng es la persona indicada para esa tarea; otros, sin embargo, consideran que su discurso reafirmatorio la impedirá.

Quién es Cheng Li-wun

La nueva presidenta del KMT no tiene un perfil común. Fue miembro del PDP hasta 2002, después de lo cual se unió al KMT en 2005. Se desempeñó como legisladora de 2008 a 2012 y nuevamente de 2020 a 2024, y como portavoz del Gabinete de 2012 a 2014 durante la administración del KMT del entonces presidente Ma Ying-jeou quien en esta contienda apoyó a otro candidato, Lo Chih-chiang.

Graduada de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Taiwán (NTU), participó activamente en los movimientos estudiantiles mientras estuvo en la NTU y tomó parte en el movimiento Wild Lily, una sentada pro democracia de 1990 en Taipéi que presionaba a la administración del KMT, entonces gobernante, a favor de elecciones directas y una democratización más amplia. También tiene una maestría en relaciones internacionales de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido y una maestría en Derecho de la Universidad de Temple en los Estados Unidos.

Su origen familiar es waisheng, es decir, de aquellos que siguieron al ejército del KMT a Taiwán después de la Segunda Guerra Mundial y la derrota en la guerra civil. Es hija de un oficial militar. Su fuerte compromiso en la defensa pública del KMT y la República de China, la denominación oficial de Taiwán, le ha ganado el respeto entre los exoficiales militares.

En esta carrera contó, entre otros, con el respaldo del ex presidente legislativo Wang Jin-pyng y también del exministro del Interior Lee Hong-Yuan.

Sus posiciones

Durante la campaña para la presidencia, Cheng se vio envuelta en más de una controversia por su postura sobre los asuntos de China y su supuesta proximidad con Beijing. No ha ocultado en absoluto ese parecer de que bajo el liderazgo del KMT, los taiwaneses deberían “decir con orgullo: ‘Soy chino’”

Basa su política sobre el Estrecho en el “consenso de 1992”, es decir, en el entendimiento tácito entre el KMT y el gobierno de Beijing de que ambos lados del Estrecho reconocen que hay “una China”, y que cada lado tiene su propia interpretación de lo que significa “China”. Adherirse al “consenso de 1992”, que rechaza de plano el PDP, traería un “siglo de paz”, dijo.

En un debate televisado el 11 de octubre, afirmó que uno de los mandatos de su partido es lograr la paz entre el KMT y el PCCh. De ser elegida, afirmó entonces, estaría encantada de reunirse con Xi Jinping.

En cuestiones de seguridad, no comparte esa visión de una China agresiva alentada por el PDP y se resiste a los llamados de Estados Unidos para aumentar el gasto de defensa o reforzar la disuasión. Considera que la seguridad de Taiwán depende de su relación con Beijing más que con Washington y se opone a aumentar el gasto de defensa al 5 por ciento del PIB. En cambio, favorece unas relaciones estables entre ambos lados del estrecho como base de la seguridad. La “reconciliación” con China es la mejor defensa, asegura. En su opinión, una dependencia excesiva de Estados Unidos podría convertir a Taiwán en una “moneda de cambio” entre Beijing y Washington.

Cheng se ha mostrado muy crítica con el gobernante PDP, a quien ha reclamado que “deje de jugar la carta anti-China” para manipular las elecciones.

La reforma del partido y la cuestión del relevo generacional han sido temas importantes en la campaña. Además de rechazar las acusaciones de que su partido esté controlado desde el continente, esa soberanía orgánica deberá aplicarla ahora a encarar las cuestiones más complejas del clientelismo faccional, la dependencia de las redes locales y cómo el KMT puede resultar más atractivo para la sociedad en general.

Los desafíos

Cheng tiene por delante cuatro años de mandato en los que, a nivel interno, la unidad seguirá siendo una prioridad, curando las heridas que este proceso pudiera sugerir. Deberá ponderar las lecciones de la breve presidencia de Hung Hsiu-chu. No parece que en el horizonte se atisben riesgos de ruptura pero deberá alentar un esfuerzo de integración para afrontar el calendario político que se viene: las elecciones locales nueve en uno de 2026 y las presidenciales y legislativas de 2028. El KMT ha estado en la oposición durante los últimos nueve años, tras haber perdido las tres últimas elecciones presidenciales ante el PDP. Hay grandes esperanzas dentro del KMT de que Cheng, quien se presenta como una verdadera combatiente, ayude al KMT a ganar las próximas elecciones.

En esa perspectiva, el como trabajar con la otra fuerza opositora, el PPT, para derrotar al soberanismo, se antoja crucial. Cheng ha abogado por la institucionalización de la alianza entre ambas formaciones y la adopción formal de un reglamento común. El líder de esta formación, Huang Kuo-chang, con orígenes en el Partido del Nuevo Poder que ayudó a fundar en 2015, se ha mostrado receptivo. Ambos deben haber aprendido la amarga lección de las presidenciales de 2024: su desacuerdo propició la victoria de Lai Ching-te (PDP) con el 40 por ciento de los votos.

En su mensaje tras conocerse los resultados, señaló que Taiwán enfrenta tiempos turbulentos e incertidumbre, y que la prioridad debe ser aliviar la hostilidad, reforzar la unidad y la cooperación, y restaurar la esperanza en el futuro. Para ello, deberá diseñar una política clara para ambos lados del estrecho. “La tarea más urgente y fundamental es garantizar la paz a través del Estrecho de Taiwán”, afirmó. Solo mediante la cooperación a través del Estrecho podremos generar mayor fortaleza…

Que cuente con el apoyo de la alcaldesa de Taichung, Lu Shiow-yen, considerada ampliamente como la principal aspirante a liderar la carrera presidencial, no es un dato menor. 

La elección de Cheng es un buen resultado para China. Xi Jinping expresó sus expectativas de que los dos partidos políticos fortalezcan su base política común y unan a la gran mayoría de la isla para profundizar el intercambio y la cooperación, impulsar el desarrollo común y avanzar en la reunificación nacional. 

Pero la reafirmación del ideario tradicional del KMT no es una mala noticia para el PDP. En verdad, le deja expedito todo el espacio de reivindicación identitaria genuinamente taiwanesa al que se renuncia abiertamente al descartar los coqueteos con cualquier hipotética “localización” de la centenaria formación pan-china.

(Para Descifrando la guerra)


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