El eje Israel-Somalilandia-Taiwán: una geometría política de facto, por Xulio Ríos

La idea de un triángulo Israel–Somalilandia–Taiwán es sugerente por lo que potencialmente representa en términos estratégicos. Más que una alianza formal, apunta a una geometría política funcional, de bajo perfil jurídico y alto contenido geopolítico.

Israel-Somalilandia

Israel se convirtió en el primer país del mundo en reconocer oficialmente a Somalilandia como un Estado independiente, algo que ocurrió el 26 de diciembre de 2025. Hasta esa fecha, ningún miembro de la ONU había otorgado tal reconocimiento a la autoproclamada República de Somalilandia. El reconocimiento implica establecimiento de relaciones diplomáticas plenas, incluidas la apertura de embajadas y el intercambio de embajadores.

Ambos gobiernos firmaron una declaración conjunta y han expresado interés en colaborar en varios sectores: seguridad, economía, agricultura, salud y tecnología. Israel ha apuntado que quiere avanzar en cooperación práctica (agricultura, agua, salud, tecnología) y usos estratégicos de la ubicación de Somalilandia en el Cuerno de África, cerca del Golfo de Adén, un punto clave para el comercio y la seguridad marítima.

Por su parte, Somalilandia ha expresado su intención de unirse a los Acuerdos de Abraham, la iniciativa de normalización diplomática de la región, con lo cual buscaría una integración más amplia en redes políticas y económicas. Los Acuerdos de Abraham son un conjunto de acuerdos negociados por Estados Unidos que normalizaron las relaciones diplomáticas entre Israel y varias naciones árabes, firmados en 2020 durante el primer mandato del presidente estadounidense Donald Trump.

El hecho es geopolíticamente relevante porque esta relación abre un nuevo eje de alianzas en el Cuerno de África y el Mar Rojo, un área de interés estratégico para Israel por temas de seguridad (por ejemplo, vigilancia de movimientos en Yemen) y comercio internacional.

Somalilandia-Taiwán

Somalilandia y Taiwán tienen una relación diplomática y de cooperación establecida desde hace varios años, basada en intereses políticos, económicos y de desarrollo mutuo. Aunque ninguno de los dos estados tiene un reconocimiento internacional amplio, han construido vínculos formales desde 2020 y han colaborado en diversos ámbitos.

Somalilandia y Taiwán, que no son miembros de pleno derecho de la ONU, acordaron abrir oficinas representativas recíprocas en sus capitales (Hargeisa y Taipéi). Las oficinas establecidas utilizan los nombres oficiales “Taiwán” y “República de Somalilandia”, lo cual tiene un valor político-simbólico relevante.

Desde entonces, la relación no se limita a simples gestos; incluye cooperación real en varios sectores como desarrollo y tecnología, salud y servicios públicos, agricultura y economía o ayuda humanitaria. De otro cariz es la cooperación en seguridad marítima, fortalecida por el acuerdo suscrito en julio de 2025  entre las respectivas guardias costeras de Taiwán y Somalilandia, centrado en seguridad marítima, lucha contra la piratería y formación de capacidades, impùlsando una asociación para lograr conjuntamente el objetivo estratégico de una “costa no roja de Somalilandia”.

La refinería de petróleo estatal CPC Corp, Taiwán ha comenzado una exploración petrolera en profundidad en Somalilandia, alentando aún más la cooperación estratégica entre los dos actores.

El director ejecutivo de la Fundación para la Defensa de las Democracias, Mark Dubowitz, escribió en X que “Taiwán ha disfrutado de estrechas relaciones de cooperación con Somalilandia desde 2020 con una sólida experiencia en proyectos de ayuda y desarrollo”. Curiosamente, Dubowitz visitó Taiwán por última vez en 2023, junto con el ex asesor de seguridad nacional israelí Jacob Nagel y otros expertos en asuntos estratégicos y de seguridad de Estados Unidos e Israel.

En lo político, hay motivaciones compartidas ya que ambos parten una situación similar: se consideran estados soberanos aunque carecen de reconocimiento universal. Esa situación común los ha acercado, ya que cada uno busca incrementar su visibilidad internacional mediante la construcción de alianzas que refuercen su identidad, estabilidad política y económica.

Como es de imaginar, esta relación ha generado críticas, especialmente por parte de Beijing, que considera a Taipéi parte de su territorio y condena cualquier relación diplomática que lo reconozca o apoye. De hecho, Beijing ha presionado a Somalilandia para que reduzca o corte su cooperación con Taiwán, aduciendo que ambos vínculos desafían la política de “una sola China”.

Taiwán-Israel

Israel también ha mostrado signos de un “calentamiento discreto” en sus relaciones con Taiwán. Desde los ataques de Hamas a Israel en 2023, China ha mantenido una postura de abierta inclinación hacia Palestina, pero Taipéi inmediatamente condenó el terrorismo y proporcionó ayuda humanitaria, ganándose el aplauso de todo el espectro político israelí.

La alineación cada vez más abierta -y discreta- de Taiwán con Israel este año señala un cambio más audaz en el pensamiento de defensa del Partido Democrático Progresista (PDP), que se inclina hacia una postura más asertiva. El presidente Lai Ching-te ha aludido  a Israel como ejemplo inspirador para Taiwán en su posición de defensa a ultranza de la soberanía, recurriendo incluso al mito bíblico de David frente a Goliat. China sería tan amenaza existencial para Taiwán como lo serían los árabes para Israel.

Desde 1992–1993, ambos países mantienen oficinas representativas aunque manteniendo las denominaciones “políticamente correctas” en este aspecto (Israel Economic and Cultural Office en Taipei y Taipei Economic and Cultural Office en Tel Aviv).

El comercio bilateral ha crecido sustancialmente en la última década, alcanzando varios miles de millones de dólares anuales, con Taiwán exportando principalmente semiconductores y productos electrónicos, e Israel exportando instrumentos de precisión y equipos avanzados.  Ambos países comparten intereses económicos en innovación tecnológica, manufactura avanzada e inversión en I+D.

Han establecido múltiples acuerdos y mecanismos de colaboración tecnológica, cubriendo áreas como agricultura, salud, tecnología de la información y comunicación, y cooperación científica. Igualmente, han promovido foros y proyectos conjuntos en innovación desde mediados de la década de 2010, incluyendo programas de apoyo a proyectos bilaterales de I+D.

En noviembre de 2025, se firmaron Memorandos de Entendimiento para cooperar en propiedad intelectual y agilizar procesos de revisión de patentes, lo que facilita la innovación compartida.

Asimismo, en materia de seguridad y capacidades defensivas, Taiwán ha mostrado interés en la tecnología defensiva israelí, especialmente en sistemas como el Iron Dome para inspirar su propio desarrollo de defensa antimisiles (“T-Dome”).  Diversos señalamientos abundan en la existencia de cooperación en ciberseguridad y defensa tecnológica, dada la amenaza común que enfrentan ambos por parte de actores estatales o no estatales. La cooperación, por ejemplo, en trazado de estrategias de seguridad destacan el papel de Israel en la transferencia de conocimientos militares de vanguardia a Taiwán.

La visita discreta del viceministro de Asuntos Exteriores de Taiwán a Israel en diciembre de 2025 indica vínculos cada vez más estrechos en temas estratégicos y defensa, aunque no se hayan publicado detalles oficiales completos. Los legisladores israelíes realizan visitas a Taiwán cada vez más frecuentes.

En buena medida, el objetivo del gobernante PDP es que Taiwán pueda desempeñar en Asia oriental el papel que Israel desempeña en Oriente Medio estableciendo una relación de seguridad privilegiada con EEUU. El reto es hacerlo sin que propicie un enfrentamiento directo con China: Taiwán no es Israel. Al presidente Lai Ching-te le vale doblemente: para utilizar la comparación con Israel en el sentido de fortalecer cierta idea de confianza en aliados clave para resistir el empeño unificador de China continental pero también para resaltar el valor estratégico de la isla para países como EEUU en competencia con China. Al igual que Israel, Taiwán dispone de un poderoso lobby en EEUU.

Israel, por último, ha sido relativamente favorable a una mayor proyección internacional de Taiwán, incluida la declaración de apoyo de varios legisladores israelíes a que Taiwán participe en organismos internacionales.  Taiwán, por su parte, ha expresado en foros públicos la intención de profundizar la cooperación con Israel en seguridad, comercio y desarrollo tecnológico conjunto.

China ha seguido de cerca y condenado este acercamiento.

Claves de un triángulo operativo

Los tres actores comparten, con matices distintos, una relación problemática con el orden internacional clásico. Taiwán es prototipo de Estado de facto sin reconocimiento ONU, mientras que Somalilandia es un Estado funcional sin reconocimiento internacional. Por su parte, Israel es un Estado plenamente reconocido, pero crecientemente cuestionado en foros multilaterales y en amplios espacios del Sur Global.

El triángulo sugiere una diplomacia post-westfaliana, donde la legitimidad no deriva tanto del reconocimiento universal como de la capacidad efectiva de gobernar, cooperar y sostener alianzas útiles.

Geográficamente, el triángulo conecta tres nodos críticos. De una parte, Asia oriental (Taiwán), corazón de la economía tecnológica global y foco de la rivalidad EEUU-China. De otra, Oriente Medio (Israel), laboratorio de seguridad, tecnología militar y ciberdefensa. Por último, el Cuerno de África / Mar Rojo (Somalilandia), punto de estrangulamiento del comercio mundial (Bab el-Mandeb).  En conjunto, dibuja un arco estratégico marítimo-tecnológico que va del Indo-Pacífico al Mediterráneo oriental, pasando por una de las rutas más sensibles del comercio global.

Cada vértice aporta algo distinto pero complementario. Taiwán, sus semiconductores, digitalización, capacidades civiles avanzadas; Israel, su competencia en defensa, inteligencia, ciberseguridad, control de fronteras y vigilancia. Y Somalilandia: territorio, puertos, proyección logística y acceso al Mar Rojo.

El resultado potencial es una cadena de valor estratégico que abarca tecnología,  seguridad y control de espacios críticos, sin necesidad de tratados formales ni despliegues visibles.

Para China esto representa un desafío a la política de “una sola China” (Taiwán–Somalilandia), con el añadido de que introduce a Israel como actor con capacidad tecnológica y diplomática en un espacio (Cuerno de África) donde China ha invertido mucho capital político y económico.

La diplomacia “de facto” que preanuncia este nuevo triángulo sugiere el reforzamiento de esa nueva tendencia que resalta la menor importancia del reconocimiento formal y contribuye a erosionar el monopolio del reconocimiento estatal clásico como única puerta de entrada a la política internacional.

Naturalmente, no es una geometría sin fricciones. Somalia, aunque importe poco, rechaza frontalmente cualquier legitimación de Somalilandia. También la Unión Africana se ha pronunciado muy críticamente. Otra cosa es China, que ve el eje Taiwán–Somalilandia como una provocación directa. Es Israel quien sobre todo debe calibrar cuidadosamente su relación con Beijing y con actores árabes y africanos. Palestina teme el recurso a Somalilandia como destino para el desplazamiento forzado de gazatíes.

Sin ser una alianza, este triángulo sugiere una cartografía alternativa del poder, basada en nodos funcionales, cooperación selectiva y legitimidad práctica, no en grandes bloques ni reconocimientos universales pero con efectos de incierto alcance. Es llamativo, por ejemplo, que el candidato del Partido Nacional de Honduras, Nasry Asfura, declarado  ganador de las recientes y controvertidas elecciones presidenciales, partidario de restablecer los lazos diplomáticos formales con Taiwán, que fueron cortados en 2023 por la presidenta hondureña Xiomara Castro a favor de China, haya sugerido a Bloomberg un triángulo virtuoso de cooperación que involucra a Taiwán, Estados Unidos e Israel como estrategia principal para impulsar la economía nacional.

(Para Descifrando la Guerra)


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