El abandono a su suerte del pueblo saharaui: también por parte de China, por Xulio Ríos

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el viernes 31 de octubre una resolución, auspiciada por Estados Unidos, que supone un giro histórico para el conflicto del Sáhara Occidental al apostar por el plan marroquí. La resolución salió adelante con once votos a favor, tres abstenciones (Rusia y China, que renunciaron al veto) y Argelia, que se negó a participar.

La resolución aboga por renovar la misión de mantenimiento de la paz de la ONU (MINURSO) por otro año en la excolonia española, como ha ocurrido durante más de tres décadas. Esta vez, sin embargo, desaparece la alusión a un referéndum. El borrador estadounidense fue suavizado para que Rusia y China no vetaran pero, aun así, fulmina las bases históricas establecidas para solucionar el conflicto del Sáhara Occidental, decantándose por el plan de autonomía marroquí (2007) como la “solución más factible” y duradera. 

La propuesta de autonomía se basa en la suposición de que el Sáhara Occidental forma parte de Marruecos, una afirmación que ha sido rechazada desde hace tiempo por la propia Naciones Unidas, la Corte Internacional de Justicia, la Unión Africana y por un amplio consenso de la opinión jurídica internacional. De hecho, el Sáhara Occidental es un Estado miembro de pleno derecho de la Unión Africana, y las Naciones Unidas lo reconocen como territorio no autónomo. En su momento, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) fue reconocida por más de 80 países. En los últimos años, muchos de ellos han “congelado” o retirado su reconocimiento. En la propia África, reconocen activamente a la RASD en torno a la tercera parte de los países.  

La “solución” impide la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental, un derecho que ha sido reconocido por la Corte Internacional de Justicia en su opinión consultiva de 16 de octubre de 1975 y respaldada por varios Estados miembros. Numerosas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) han afirmado el “derecho inalienable del pueblo del Sáhara Occidental” a la autodeterminación y la independencia.

Descrito como un territorio no autónomo del noroeste de África que lucha por la descolonización, el Sáhara Occidental es el último territorio colonial africano que aún no ha conseguido la independencia y es conocido como “la última colonia de África”.

Antigua colonia española, fue anexionada por Marruecos en 1975. Desde entonces, ha sido objeto de una larga disputa territorial entre Marruecos y su pueblo originario saharaui, liderado por el Frente Polisario.

Marruecos, que reclama la soberanía sobre el territorio, ha recibido el apoyo de un número cada vez mayor de Estados miembros en los últimos años (incluidos muchos países de la UE, como España). Rabat controla más de tres cuartas partes del territorio del Sáhara Occidental y ha realizado importantes inversiones en la región, incluido un proyecto portuario de 1.200 millones de dólares en Dajla. Los colonos de origen marroquí representan casi dos tercios de los aproximadamente medio millón de residentes del Sáhara Occidental, en una estrategía del gobierno de Rabat para limitar el dominio de los saharauis del territorio.

Sobran motivos para desconfiar de que Marruecos cumpla sus promesas de conceder una autonomía genuina al Sáhara Occidental. Su propuesta plantea dudas sobre el nivel competencial que se ofrece realmente. Cuestiones importantes como el control de los recursos naturales del Sáhara Occidental y la aplicación de la ley (más allá de las jurisdicciones locales) siguen siendo ambiguas.

China en el Consejo de Seguridad a propósito del Sahara Occidental

La postura de la RASD y el Frente Polisario sobre la autodeterminación del Sáhara Occidental ha sido respaldada públicamente en diversas ocasiones por China. Beijing apoya “un arreglo justo, duradero y mutuamente aceptable” basado en las resoluciones del Naciones Unidas para el Sáhara Occidental. En sus intervenciones oficiales, China ha señalado que se opone al colonialismo y aboga por que los países implicados en el conflicto, junto con el pueblo del Sáhara Occidental, lleguen a una solución mediante consultas amistosas. Simultáneamente, subscribe la política de no-interferencia en los asuntos internos de otros países, lo cual aplica también al conflicto del Sáhara Occidental.

Aunque los principios oficiales de China han apuntado claramente a favor de una solución mediante la autodeterminación, en la práctica, con el tiempo, su actuación se ha vuelto más ambigua y pragmática. China ha promovido excelentes relaciones con Marruecos, incluyendo acuerdos estratégicos, lo que sugiere, adicionalmente, un acercamiento diplomático hacia la postura marroquí respecto al Sáhara Occidental. Marruecos y China acordaron principios comunes como la “integridad territorial” y el rechazo al separatismo en su diálogo estratégico.

A su vez, China se ha abstenido de reconocer formalmente la soberanía marroquí del Sáhara Occidental, y no ha cambiado públicamente su apoyo a la normativa de la ONU sobre autodeterminación. También ha mostrado respaldo a los esfuerzos de la MINURSO a través de participación en observación militar, etc. En foros multilaterales, ha adoptado igualmente una actitud cautelosa: se abstiene de vetar resoluciones clave, pero tampoco hace declaraciones de apoyo explícito a la independencia saharaui o al Frente Polisario. La ambigüedad es deliberada: manteniendo relaciones tanto con Marruecos como con países que apoyan al Frente Polisario/Argelia, aumenta su margen de maniobra.

Pero análisis recientes ya sugerían que China parecía inclinarse —por razones económicas y geopolíticas— hacia una solución que privilegie la autonomía bajo soberanía marroquí, en lugar de una independencia plena del Sáhara Occidental, aunque nunca lo ha anunciado oficialmente.

El interés chino en Marruecos (como plataforma estratégica en África y el Mediterráneo) y en recursos naturales del Sáhara Occidental (fosfatos, tierras raras, etc.) motivan que Beijing favorezca la estabilidad regional como condición para sus inversiones.

China en la ONU a propósito del Sáhara Occidental

El Sáhara Occidental ha sido objeto de varias resoluciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) y la AGNU. En el caso de China, la votación no ha sido siempre del mismo signo. En octubre de 2023, por ejemplo, votó a favor de la renovación del mandato de la MINURSO. En 2018, en la votación de la resolución 2414 que renovaba el mandato, se abstuvo.

China no se opone sistemáticamente a resoluciones relacionadas con el Sáhara, pero su voto puede variar (a favor o abstención) dependiendo del texto concreto, de si  siente que las consultas han sido amplias o de si el lenguaje refleja adecuadamente los principios que ella considera importantes (por ejemplo, diálogo entre partes iguales, autodeterminación, etc.).

Cuando China emite una explicación de voto lo hace por escrito y suele subrayar tres ideas: (i) apoyo al mandato operativo de MINURSO; (ii) necesidad de consultas amplias y lenguaje equilibrado; (iii) defensa de una solución política aceptable para las partes conforme a las resoluciones de la ONU.

La abstención de China en la resolución del 31 de octubre de 2025 refleja que no rechaza la iniciativa que favorece la propuesta de autonomía marroquí, dándole vía libre aunque no la apoye de manera entusiasta o sin reservas.

China y la MINURSO

La MINURSO fue creada para supervisar el alto el fuego en el Sáhara Occidental, y para organizar y facilitar el referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui. Su mandato se ha venido renovando cada año por el CSNU, y en las últimas prórrogas también se pide que las partes retomen negociaciones políticas para una solución del conflicto.

China ha declarado que la MINURSO “implementa diligentemente el mandato que le confirió el Consejo de Seguridad y por tanto hace una contribución positiva a los esfuerzos para lograr una solución política al asunto del Sáhara Occidental y al mantenimiento de la estabilidad general de la región”. En ese marco, ha realizado visitas de delegaciones militares (o alto nivel) para evaluar sobre el terreno el trabajo de la MINURSO y sus operaciones.

Aunque siempre ha apoyado la continuidad del mandato de la MINURSO, en ocasiones se ha mostrado crítica respecto al lenguaje o la forma de las resoluciones  señalando que ciertos textos no son lo bastante “equilibrados” o no reflejan adecuadamente el principio de autodeterminación del pueblo saharaui.

La relación entre Marruecos y China es cada vez más estrecha y estratégica.

La relación entre Marruecos y China ya no es meramente diplomática o simbólica, sino estratégica y operativa. China considera a Marruecos como un socio clave — una “puerta de entrada” hacia África y Europa, un hub industrial/logístico, un aliado diplomático fiable — y por ello le presta gran importancia.

Marruecos y China establecieron relaciones diplomáticas en 1958. En 2016 se firmó un “acuerdo de asociación estratégica multidimensional” entre ambos países, lo que elevó la relación a un nivel más profundo que meramente comercial. En 2025 se estableció un mecanismo de diálogo estratégico entre los ministerios de Asuntos Exteriores de ambos países, demostrando el interés compartido en institucionalizar aún más la cooperación y comunicación diplomática.

China ha declarado que Marruecos tiene un “importante valor estratégico” por su ubicación, su papel regional y su función de puente hacia África. En el plano económico-comercial, China ya es el principal socio asiático de Marruecos y uno de sus socios clave globales. Por ejemplo, en 2024 el volumen de comercio bilateral alcanzó aproximadamente 9,04 mil millones de dólares.

China tiene varias motivaciones estratégicas para estrechar su relación con Marruecos. En primer lugar, Marruecos está situado en el noroeste de África, con salida al Atlántico y al Mediterráneo, lo que lo convierte en un punto de conexión entre África, Europa y Oriente Medio. China lo ve como una puerta de entrada para extender sus inversiones e influencia hacia África y también hacia Europa. En segundo lugar, es una valiosa plataforma industrial y para la inversión. Marruecos ha desarrollado zonas industriales, incentivos para inversión extranjera, buenas conexiones logísticas (puertos, ferrocarriles) y una política abierta para empresas extranjeras. China aprovecha este marco para instalarse, producir y luego exportar hacia Europa o África. Por ejemplo, compañías chinas especializadas en automoción, baterías o componentes industriales planean establecerse en Marruecos.  La magnitud de la inversión china aún no es comparable con la que tiene en otros países africanos más grandes o con más recursos naturales pero en 2022 se registraron inversiones chinas por valor de más de 56 millones de dólares en sectores como industria, transporte, energía y minería.

En tercer lugar, China está interesada en la diversificación de socios y rutas comerciales. Mientras mantiene sus relaciones tradicionales (con Asia-Pacífico, África subsahariana, Oriente Medio), ampliarse hacia el Magreb mediante Marruecos le permite diversificar rutas, evitar cuellos de botella geopolíticos y establecer hubs alternativos.  En cuarto lugar, la cooperación en sectores estratégicos. La colaboración abarca varios sectores: infraestructuras (transportes, puertos, ferrocarriles), energías renovables, tecnologías digitales y salud. Este tipo de diversificación es típica de la estrategia china de “asociarse ampliamente” para influir, acceder a recursos y mercados, y reforzar su posición internacional. Y, finalmente, en lo diplomático, el apoyo recíproco en los litigios de esta naturaleza tiene alto valor para China. Marruecos ha reafirmado su adhesión a la política de “Una sola China” (Taiwán), lo que es un punto importante de confianza para Beijing en sus relaciones diplomáticas.

Conclusión

China, con una larga y reivindicada trayectoria de lucha contra el colonialismo, sigue manteniendo el discurso de que los pueblos tienen derecho a la autodeterminación. En relación al Sáhara Occidental, formalmente respalda los principios de la ONU de autodeterminación y arreglo negociado, pero en la práctica se inclina hacia una solución favorable a Marruecos: autonomía bajo soberanía marroquí, estabilidad territorial, sin independencia plena inmediata. La resolución del 31 de Octubre marca un punto de inflexión. La posición de equilibrio estratégico sobre el Sáhara Occidental se ve alterada sustancialmente. Este giro (aunque no declarado oficialmente) cabe interpretarlo en el más amplio contexto de sus intereses económicos y diplomáticos en Marruecos y en el Magreb.

(Para Rebelión)


Comentarios

Deixa unha resposta

O teu enderezo electrónico non se publicará Os campos obrigatorios están marcados con *