China 2025: entre la modernización acelerada y la confrontación estructural, por Xulio Ríos

En China, el balance del año 2025 apunta a un ejercicio marcado por la constatación de la dificultad de los retos a afrontar como también por la profundidad del cambio implementado en áreas sustanciales, en especial, apuntalando la rápida modernización cualitativa de su tejido industrial.

La economía, con ese objetivo de crecimiento en torno al 5 por ciento al alcance de la mano (5,2 por ciento en los tres primeros trimestres), ha confirmado que el propósito de lograr un desarrollo de alta calidad no tiene vuelta atrás. La doble culminación del XIV Plan Quinquenal y del Made in China 2025 apunta a una estrategia centrada, de una parte, en los tópicos conocidos (innovación, ambiente, consumo, justicia social) pero con desafíos que se resisten (crisis inmobiliaria, deuda local, inversión a la baja, desempleo juvenil, demografía…) conformando una perspectiva de gestión de cara a 2030-35 de gran alcance. En ese horizonte, importa especialmente reducir distancias en la distribución de la riqueza: la segunda economía del mundo se ubica en la posición 77 en PIB per cápita.

La tensión con los países desarrollados de Occidente, a la espera de confirmar un acuerdo de mínimos con EEUU en torno a los aranceles, quizá en abril del año próximo, amplía el foco para abarcar los semiconductores, la Inteligencia Artificial o las industrias verdes. Es previsible que las tensiones con las economías desarrolladas no se reduzcan en intensidad, especialmente en el caso de la UE que, también en esto, compensa la enfermiza humillación ante Washington con una beligerancia desconcertante con Beijing. A la vista de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, la expectativa de una acusada y prolongada confrontación se confirma como una tendencia estructural del sistema internacional para las próximas décadas.

China puede responder

Lo que nos ha dejado 2025 es un mensaje claro de China: frente a la presión, puede responder y tiene la voluntad política para hacerlo. Siguiendo la estrategia de la guerra prolongada de Mao (defensiva, equilibrio y ofensiva), claramente este año nos ha situado en la posición intermedia, alejándose de la estrategia defensiva aplicada durante el primer mandato de Trump y sus embates de la guerra comercial.

En el orden propiamente político, el cuarto pleno del Comité Central del PCCh, centrado en la definición de objetivos del XV Plan Quinquenal, también alertó de la subsistencia de la lucha contra la corrupción, centrada muy especialmente en el ejército. En 2027, los cien años de la fundación del Ejército Popular de Liberación (EPL) guían un énfasis disciplinario  con nuevas y más severas reglas que endurecen el control político, castigan la desobediencia a las órdenes estratégicas y sugieren mayores sanciones en relación a la falsificación de las estimaciones de la capacidad de combate.

Con las elecciones locales “nueve en uno” a la vista en Taiwán, en el ecuador del mandato de Lai Ching-te, la isla será una prioridad política en 2026 y todo apunta al desarrollo de iniciativas de múltiple naturaleza para avanzar en la unificación de facto, elevándose la tensión.

En la diplomacia, podríamos destacar algunos trazos. Primero, la presentación de la Iniciativa de Gobernanza Global, que apunta al desarrollo de una diplomacia más ideológica con guiños al Sur Global, apostando a una reforma del sistema internacional que incorpore en mayor medida a los países en desarrollo. Probablemente, estos esperan de China un mayor auxilio político ante la exacerbación de las presiones hegemonistas de EEUU.

Por otra parte, si bien su relevancia en el comercio global está fuera de duda, el papel marginal en crisis como Ucrania o Gaza alertan de una asimetría que muestra los límites del liderazgo chino y de su apuesta por el multilateralismo frente al relanzamiento del hegemonismo bajo Trump.

En tercer lugar, un reconocimiento global cada vez más documentado del positivo papel de China en ámbitos como el desarrollo, la tecnología o el ambiente, que no necesariamente se trasladan en forma de simpatía hacia su modelo político aunque sí en interés por su estrategia de modernización.

A otro nivel, la viabilidad de la ruta comercial del Ártico o los avances en la tecnología nuclear del torio, revelan indicios de una visión geoeconómica que tiene en el espacio otro signo de acumulación para la afirmación del país como un actor central en todos los ámbitos.

China sigue ganando más espacio, relevancia e influencia. El lustro por venir se antoja decisivo para resolver las taras de diverso tipo que condicionan su economía, su política o su diplomacia. El 2026 será un año largo, con la mirada puesta en el decisivo 2027, con ese simbólico centenario del EPL pero también del XXI Congreso del PCCh. Aunque Xi confirme entonces un cuarto mandato, la definición de los relevos, ya en cuestión en áreas clave como el aparato militar o diplomático, tendrá en el propio Partido el espejo de mayor relevancia.

(Para Globalter)


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