Dos ámbitos principales de la política china —la defensa y la política exterior— siguen mostrando síntomas de una débil normalidad, si bien por el momento dicha situación no parece afectar a sus orientaciones esenciales. Con el horizonte congresual de 2027, el Partido Comunista de China (PCCh) vislumbra el año próximo como decisivo para superar y estabilizar una situación ciertamente anómala, teniendo en cuenta la importancia de dichos ámbitos de gestión.
Los asuntos castrenses
En el marco de las deliberaciones de la cuarta sesión plenaria del Comité Central del PCCh celebrada el pasado octubre, la expulsión de nueve generales del Ejército Popular de Liberación (EPL) se ha relacionado con la campaña anticorrupción del presidente Xi Jinping, aunque no faltan analistas que vinculan tal hecho con la proliferación del faccionalismo en las más altas esferas militares.
Los oficiales vinculados a altos mandos como He Weidong y Miao Hua fueron eliminados. Zhang Shengmin fue ascendido a vicepresidente de la Comisión Militar Central (CMC), cargo que comparte con Zhang Youxia, y al mismo tiempo actúa como secretario de su Comisión de Inspección Disciplinaria. Sin embargo, a diferencia del defenestrado He Weidong, Zhang no ha sido nombrado simultáneamente para el Buró Político del PCCh. Resalta el dato de que Zhang Shengmin haya sido promovido desde la dirección de disciplina interna. El hecho de que un funcionario de disciplina —y no un general tradicional— acceda a un puesto de tanta relevancia puede confirmar que, en efecto, la lucha contra la corrupción ha sido determinante en estas decisiones. Por su parte, el ministro de Defensa Dong Jun, con vínculos con Miao Hua, sigue sin un asiento en la CMC ni rango de consejero de Estado.
Estas excepcionalidades en relación con el patrón habitual en la gestión del escalafón militar y partidista sugieren que el proceso no está finalizado, de modo que la reorganización sigue abierta.
En paralelo, se multiplican las especulaciones en torno a si los ajustes de personal tienen o no que ver con el asunto principal que determina buena parte de las orientaciones del EPL respecto a Taiwán, y si hay cambios a corto plazo en la línea seguida e implementada hasta ahora de primar el bloqueo de la isla frente a otras opciones más incisivas. En los hechos, desde la implementación de estos cambios se aprecia una relativa disminución del protagonismo castrense en las acciones en torno a Taiwán, a pesar de que la tensión en el Estrecho no ha cedido, multiplicándose las respuestas de naturaleza más política.
¿Significa ello que se descarta la presión militar en aras de una mayor significación de la estrategia política, o que aquella simplemente está en reevaluación para afrontar un escenario que podría ser más adverso en 2028 si el secesionismo revalida su gobierno en Taipéi? Volviendo a lo plausible, la unificación con Taiwán ha recibido un claro impulso político en la cuarta sesión plenaria del Comité Central del PCCh, que apostó por “avanzar” en dicho proyecto, hostigando más duramente al independentismo y promoviendo medidas que permitan instituir una dinámica de hechos consumados.
Por tanto, en lo inmediato, con las elecciones locales “nueve en uno” previstas para noviembre próximo en Taiwán, es previsible un doble ajuste de la estrategia del PCCh. En lo propiamente castrense, se abre paso una reevaluación de las tácticas militares distinguiendo las demostraciones de fuerza tan prodigadas en tiempos recientes, de los cálculos más contundentes y expeditivos, incluyendo, llegado el caso, el escenario de una decapitación acupuntural. Y en lo político, la instrumentación de propuestas en el entorno legal, administrativo, etc., que proporcionen amparo normativo a una realidad que pretende avanzar en la unificación desde la base y al margen de los impedimentos dispuestos por el soberanismo en el poder.
La estrategia se completaría con las acciones de bloqueo de una oposición subida de tono tras el estrepitoso fracaso de los revocatorios impulsados meses atrás por el gobernante Partido Democrático Progresista (PDP o Minjindang). Los legisladores del Kuomintang (KMT) y del Partido Popular de Taiwán (PPT) han paralizado un proyecto de ley que autoriza un presupuesto especial de defensa de NT$1,25 billones (US$40.000 millones) para financiar importantes adquisiciones de armas y programas de desarrollo conjunto con Estados Unidos de 2026 a 2033. El mandato del actual presidente Lai Ching-te finaliza en 2028.
Por último, la temida hipótesis de un entendimiento Trump-Xi para enfriar el secesionismo taiwanés que podría adquirir estatus de certeza en la visita de Estado de abril próximo del presidente estadounidense a Beijing, agrava la encrucijada del independentismo. En este contexto, valdría de bien poco el entusiasmo despertado en las filas del PDP las declaraciones de la primera ministra japonesa Sanae Takaichi que tanto han molestado a China.
Sea como fuere, el previsible ascenso de Taiwán en el listado de prioridades políticas del PCCh exigirá de un EPL no solo más disciplinado sino también muy leal al liderazgo partidario y profesionalmente mejorado en sus capacidades operativas.
La diplomacia
Tanto la diplomacia del Ministerio de Relaciones Exteriores como la del PCCh —su Departamento de Enlace Internacional— han experimentado turbulencias significativas en los últimos años. En 2023, el entonces ministro Qin Gang fue destituido tras desempeñarse poco más de medio año en el cargo. Su relevo, que presentaba cierta apariencia de provisionalidad, corrió a cargo de su predecesor Wang Yi, nacido en 1953 (72 años), desde el ejercicio anterior máximo responsable del área en el PCCh. Pero dos años después, no asoma un sustituto.
Todo apuntaba a que, siguiendo el hábito al uso, el relevo natural de Wang —una vez descartado el regreso de Qin Gang, apartado pero no expulsado del Partido— sería el responsable del Departamento de Enlace Internacional del PCCh, Liu Jianchao, en el cargo desde 2022. Pero este también se encuentra bajo investigación. Su sustituto es Liu Haixing, quien figuraría en la lista para asumir las riendas del ministerio, aunque sus críticos alertan de su falta de experiencia.
No solo personas: órganos y políticas
A nadie escapa que ambas son áreas de gran importancia política. La política exterior es de gran relevancia para China en el momento presente, como también lo es la estrategia militar. Sus órganos y sus políticas ocupan un lugar preferente en la agenda.
La Comisión Militar Central (CMC) del PCCh es clave en la estructura de poder de China, y los recientes cambios en su composición, al margen de tensiones, inquietan en qué medida suponen cambios de estrategia y riesgos de inestabilidad.
Cabe recordar que, tras las reformas impulsadas por Xi Jinping a partir de 2015, la CMC concentró mayor poder real en detrimento de los antiguos departamentos generalistas (Estado Mayor, Política, Logística, Armamento), que fueron reemplazados por unos pocos departamentos directamente subordinados a la CMC. En línea con lo acontecido en otros ámbitos de la política china, la dependencia del PCCh y del núcleo de su dirección —Xi— se ha visto reforzada, desmantelándose otras estructuras de influencia más coral.
En lo que respecta a la Comisión Central de Asuntos Exteriores, fue creada en 2018 como heredera del Grupo Dirigente Central en esta materia. Hoy es el órgano partidario clave encargado de la política exterior: coordina la diplomacia oficial, la diplomacia partidista (relaciones entre el PCCh y otros partidos internacionales) y formula la dirección política de la estrategia exterior.
Así pues, el discurso de estabilidad diplomática paradójicamente coincide con una fuerte rotación en los puestos clave de la diplomacia china, tanto partidaria como estatal. Por ejemplo, el relevo de Liu Jianchao por Liu Haixing —un diplomático con fuerte bagaje europeo y experiencia en asuntos de seguridad nacional— podría reflejar un giro en las prioridades: menor énfasis en la diplomacia “blanda” de partidos, mayor foco en la diplomacia estatal estratégica, la seguridad y los intereses geopolíticos.
El contraste entre la continuidad, pese a los sobresaltos, en el Ministerio de Relaciones Exteriores y la sacudida organizativa en el aparato del PCCh revela una división práctica: la diplomacia oficial intenta proyectar normalidad, mientras que la diplomacia partidista probablemente sufre una reconfiguración profunda. En ambos casos se advierte la existencia de dificultades para gestionar los relevos.
Horizonte 2027
Las vicisitudes organizativas y de personal, ni en un caso ni en otro, parecen haber afectado al desarrollo de su operativa habitual, lo cual refleja en cierto modo la solidez de la arquitectura institucional china. Tampoco se aprecian indicios de una crisis mayor a la vista. No obstante, Xi Jinping debe llegar a 2027 con los deberes hechos. Ese año, el centenario del EPL y el XXI Congreso del PCCh —en el que aspira a un cuarto mandato— trazan un doble eje de yuxtaposición de alto voltaje, teniendo en cuenta la relevancia de ambas estructuras en el sistema.
Por otra parte, si bien las campañas contra la corrupción en el ejército han persistido durante dos años, afectando también a próximos a Xi, no han erosionado visiblemente el control del líder sobre el EPL. Puede que su tantas veces alabada infalibilidad haya quedado en entredicho —no pocos de los altos mandos apartados contaron con su beneplácito y mentoría—, pero no parece haber derivado en amenazas graves a su poder. Al contrario, la hipotética proximidad con Xi no es garantía de inmunidad.
Sea como fuere, si China pretende proyectar poder —ya sea en el Indo-Pacífico, en Taiwán o en ámbitos regionales y globales—, la reconfiguración inestable de su mando militar puede condicionar seriamente su capacidad de actuar. Igualmente, en el plano diplomático, la evolución de una política exterior cada vez más ideologizada requiere de firmes elementos de contraste que puedan hacer frente a la incertidumbre internacional.
Ni la defensa ni la política exterior son departamentos menores, sino ámbitos de decisión de gran proyección. Anticorrupción, facciones o reorganización —o todo a la vez— configuran un elenco de causas que deberían sustanciarse en los próximos meses con el afán de llegar en perfecto estado de revista al decisivo 2027.
(Para Descifrando la guerra)


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